Ayer en el suplemente de Reportajes del diario La Tercera se publicaron los resultados de la última encuesta sobre la presidenta Bachelet. En ella leía como titular "El gran aguinaldo político de Fiestas Patrias". Francamente, al leerlo pienso que estas fiestas son mágicas.
Plantear que porque hay dieciocho la gente apoya más a su presidenta me parece abusurdo, sin embargo hay un importante efecto que deseo destacar.
En el sondeo se comparan los resultados obtenidos los días posteriores al 11 de Septiembre, jornada que se vivió con especial violencia en lugares ya tradicionales como lo Hermina en peñalolén y otras poblaciones; como saldo, la muerte de un carabinero.
Y claro, los números no acompañaron al gobierno y fue donde la jefa de estado alcanzó su nivel más bajo de apoyo llegando a un escaso 39%, mientras que el rechazo se elevaba por el 47%.
Pero claro, era una cosa de reacción, es obvio que si me entregan malas noticias voy a responder y a enjuiciar categoricamente. Y ya!, aquello pasó y vinieron las fiestas patrías: la gente de relaja, descansa y se dedica a pasarlo bien; no hay noticias malas salvo las muertes que de produzcan, pero no importa, somos egoístas y mientras a mí no me toque feliz.
Y como hay instituciones realmente preocupadas de decifrar el sentir ciudadano, no hallaron nada mejor que hacer una nueva encuesta. ¿Sorpresa? puede ser.
La presidenta subio a un 48% de aprobación y su rechazo disminuyó hasta un 37%, o sea, la cosa se invirtió.
La verdad es que no soy ciencista político -hay veces en que me gustaría serlo-, sin embargo puedo dar una respuesta bastante simple fenómeno.
Sospecho que a la gente le gustará ver a la mandataria con la piocha bien puesta, dando la orden para iniciar la parada militar porque así demuestra autoridad. Sospecho que le gusta verla bailar una tan buena cueca, porque así es más del pueblo. Y sospecho tantas cosas, pero de algo sí estoy seguro: las encuestas no son más que una fotografía del momento en que se toman.
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