jueves, 13 de agosto de 2009

SOBRE RELACIONES OBSESIVAS Y ASFIXIANTES


¿Cómo puede una relación de pareja volverse algo obsesivo? ¿De qué manera evitar caer en la invasión del espacio personal? Son estas las primeras preguntas que se nos ocurren al momento de pensar en lo asfixiante que pueden volverse las relaciones amorosas.

Sorprende cualquier cantidad ver que este tipo de problemas están presente en nuestros pares, es decir, en adolescentes. Entendemos que esta etapa es una de las más bellas, donde el enamoramiento o encantamiento aflora y domina, dejando un espacio reducido para males como la obsesión en la pareja; sin embargo, estos conflictos sí rehacen presente y de manera severa.

¡Libérate de la dependencia emocional! ¡Vence el apego a tu pareja! ¡Disfruta de tus emociones con autonomía! Seguramente han escuchado de sus amistades y leído en revistas frases como éstas, pero ¿en verdad creen que los seres humanos podamos ser independientes en lo afectivo? ¿Acaso no todos dependemos en cierto grado de nuestra pareja? Si bien es cierto que la definición de dependencia contempla la subordinación y sumisión de una persona o cosa, también vislumbra el afecto y la ayuda. La dependencia nos lleva a crear vínculos amorosos con las personas que nos rodean; primero con nuestros padres cuando somos niños; en la adolescencia con los amigos, y en la edad adulta con nuestro compañero sentimental. De ahí que sea natural que los integrantes de la pareja dependan mutuamente para cumplir sus expectativas, lo cual es una demostración recíproca de amor y comprensión. Pero claro, si lo que tratamos de decir no es que no amen a sus parejas, no. Puedes amarla con todas tus fuerzas, pero si la conviertes en el eje de tu existencia y tu cariño es obsesivo: ¡cuidado!, tu relación puede tener rasgos patológicos que te impedirán disfrutar del verdadero amor.

Este es un grave problema, no sólo porque se ocasiona un daño recíproco en la pareja, sino porque también, llegado el momento en que cada uno tome un rumbo distinto, su entorno ya habrá sentido efectos que se traducen en un importante distanciamiento de parte del otrora emparejado para con sus amigos y cercanos.

Y quisiera detenerme en este punto. ¿Cuántas veces hemos sido víctimas o victimarios?

Porque nos embarcamos en relaciones que parecen infinitas y dejamos de lado todo nuestro entorno, nos olvidamos de los siempre amigos, de los eternos compañeros de andanzas y todas las promesas que decían cosas como “nunca nos separaremos” y ese tipo de cursilerías, para algunos. No obstante, basta con que se aparezca el que creemos es el amor de la vida y nos olvidamos de todo. Nos encerramos en un mundo que gira alrededor de la otra persona, donde el resto son estrellas que rara vez se miran y se vive a merced del otro. Sí esto sucede, la relación corre peligro.

Llega un momento en que se toma conciencia del estado en que se está, de lo lejanas que están aquellos a los que les juramos una compañía perenne y de lo vulnerable que estamos como individuos; es ahí cuando el problema mayor se suscita.

Obsesión, miedo ante la pérdida, encaprichamiento y chantaje son los elementos para convertir a un noviazgo o matrimonio en una relación suicida. La diferencia entre el amor verdadero y una relación suicida la encontramos en la reciprocidad: en el primer caso, ambas partes se encuentran en disposición para convivir; en el segundo, el sentir deriva de una sola persona, quien se mueve más en sus deseos que en la realidad. El motor de esa disposición podemos encontrarlo en la alta dependencia que se origina, el mundo gira en torno a la opinión que emite la otra parte de la pareja, si ésta determina que las cosas ya no funcionan y lo mejor es un rompimiento, la contraparte, el dependiente, no podrá percibir su vida sin tener quién la resuelva; es entonces cuando buscan de cualquier forma abrazarse al ser humano que por un lapso de su vida les ha servido de salvavidas, y emiten frases como: "Si me dejas... me mato".

Otro factor que contribuye a la existencia de este tipo de relaciones, es sin duda, es el de posesión y egoísmo: En el nombre del amor se pueden ocultar pasiones ajenas a lo que entendemos por ese sentimiento. Un motivo por el cual las personas desean continuar con una relación es el egoísmo: "Si no es conmigo, no será feliz con nadie".

Y un último agente de incidencia es la inseguridad y cobardía; cuando el final se comienza a dejar ver, al miedo de enfrentar la soledad y la baja autoestima se suman a la idea de no ser capaces de reconquistar a otra persona: "Tú eres lo mejor que me ha pasado, no soy nadie sin ti".

En todas y cada una de estas situaciones, el egoísmo sobrepasa los límites y una convivencia que se hace por voluntad, termina siendo por obligación o responsabilidad. Es por eso que hay que evitar encerrarse al momento de establecer relaciones amorosas. Hay que vivir el amor como un arte, tal cual lo planteó Erich Fromm, hay que saber amar viviendo en armonía con el universo.

Magaly Escobar: “Llegar a la universidad siempre fue mi sueño”


Todos la conocemos, la reina de la historia y geografía dicen muchos, la profesora más guapa vociferan otros. Magaly Escobar tiene mérito, y por eso es nuestra primera entrevistada.

Siempre tan ocupada ella. Nos reunimos después de almuerzo, íbamos de lo mejor pero sonó ese timbre que a todos nos carga. Pero ella comprometida finalizó la tertulia después de su horario de trabajo; sentados en la banca esto fue lo que salió.


Me interesaría –de puro metiche- saber cuál es su rutina diaria

Soy bastante fomeque la verdad. Me levanto a las seis y media, me meto al baño y me arreglo, no soy vanidosa pero me gusta verme bien. Después tomo desayuno y llego al colegio. Ahí empieza la acción.

Cuando llego a mi casa me dedico a realizar actividades domésticas junto con mi familia, en ese sentido somos súper organizados porque cuando nos vamos en la mañana queda todo patas pa` rriba y no tengo nana.

Después veo si mi hija tiene tareas, si es necesario estudiar con ella. En eso dan las ocho y tomo once con mi familia. Recién a la nueve prendo la tele y mientras escucho las noticias preparo el material para el día siguiente. Me acuesto temprano, estoy durmiendo antes de las once.

No veo mucha tele la verdad, aunque ahora “Dónde Está Elisa” me está hipnotizando (ríe).

Magaly, si no fuese profesora ¿qué sería y por qué?

Sin duda habría estudiado periodismo. Porque tiene que ver con el área que a mi me interesa, con las ciencias sociales. Me gusta mucho la investigación y el estar informada acerca del acontecer nacional. La política me gusta mucho y creo que sería una buena periodista.

En su época adolescente se me imagina que era media hippie y matea, ¿qué hay de cierto?

(Risas) ¡Noo! Hippie no. Era normal, bueno matea sí.

Yo era una niña que estudiaba mucho, soy bastante organizada y sé cómo invertir mi tiempo. Hacía hartas actividades, por ejemplo participaba en la parroquia del barrio, tanto en el coro como en las clases de catequesis. Tenía mi grupo de amigas, obvio, pero

quizás las prioridades no fueron siempre las mismas; muchas de ellas se pasaban de fiesta en fiesta, yo estudiaba inglés y me esforzaba para que me fuese bien en el colegio.

En ese sentido ¿estaba más preocupada de su futuro?


Claro, mi gran sueño desde chica fue llegar a la universidad, y lo logré.

Me acuerdo que cuando llegaba a mi casa luego del norteamericano, media abatida y con libros, mis amigas se reían un poco de mí porque ellas jugaban tenis en la calle, hasta con ropa especial y yo no: estudiando. Pero el tiempo me dio la razón.

Quedé en lo que quería y me fui a estudiar a la Católica de Valparaíso.

Ninguna de mis amigas llegó a la universidad ni estudió en su debido tiempo.


¿No le costó irse sola? ¿Cómo lo pasó en la etapa universitaria?

Yo era regalona así que igual fue un poco difícil, llegué a una pensión y la primera semana lloraba todos los días. Después ya me fui acostumbrando, venía todos los fines de semana a Santiago y súper bien.

Con respecto a cómo lo pasé creo que la vida universitaria ha sido una de las mejores etapas que he vivido. Me tocó además un momento súper vertiginoso en la historia –entró el 84- y mi carrera era una de las más involucradas con los movimientos que se suscitaban. Tuve a muchos compañeros bien metidos en los temas políticos, era un mundo muy interesante y lo pasé realmente bien.

Saliéndonos totalmente del tema e imaginando bastante ¿qué haría si se ganara $10.000.0000 para gastar en 10 días?

(No duda en responder) Me voy a Europa, claaro si es un sueño. Compro cuatro pasajes y me voy con mi familia por los días que me alcance. Recorrería todo el viejo continente, sueño con ver “La Pietá”, con estar en lugares tan importantes y ricos culturalmente, escenario fundamental de muchas de las cosas que enseño.

Resultaría un delito periodístico si no le preguntara a qué personaje de la historia de Chile admira y por qué

José Manuel Balmaceda. Claro que sí. Lo admiro por haber sido progresista, muy valiente y previsor. Tenía un carácter de aquellos y pensó cosas que se contraponían totalmente con el interés de la clase dirigente. Balmaceda tenía la convicción de realizar reformas que tendrían valor años después, veló por el bien de Chile y dio hasta su vida por eso. Aquel gesto no lo hace cualquiera.

Y para finalizar ¿Cómo se proyecta en el largo plazo?

Me gustaría seguir haciendo clases, pero hasta cierto punto. No tolero la idea de dejar de ser lúcida, prefiero morirme antes que perder esa independencia o de que las cosas se me olviden. De momento en que no pueda seguir tan activa como actualmente soy creo que deberé dejar la docencia de lado.

En remplazo a esa actividad me encantaría dedicarme a la investigación histórica, y si se dan las cosas sería perfecto editar algún libro con mi firma. Fabuloso.

Nos despedimos y ella camina a paso rápido, su hija la espera para irse a la casa.



Participación ciudadana en la Grecia antigua y en nuestra actualidad


Desde el surgimiento de las primeras ciudades en la antigua China y en Mesopotamia hemos tenido ya antecedentes de cómo se organizaban. Que se ubicaban cerca de ríos, que un sector de la población se dedicaba a la construcción de diques mientras otros trabajaban la tierra y ese tipo de cosas. Pero sin duda el ejemplo más concreto de este tipo de organización lo vimos en Grecia, fundamentalmente en Atenas y Esparta.

Las polis eran verdaderas ciudades estados en las cuales eran un foco político, económico y cultural. Además, cada polis era autónoma en términos legales, con leyes o constitución propias, y en asuntos religiosos o administrativos y militares. Desde el punto de vista físico, la polis estaba caracterizada por tener una acrópolis (ciudad alta), zona fortificada con templos, destinada al culto religioso y a proteger a los habitantes en caso de peligro; y en la parte baja, los grandes espacios públicos como santuarios, teatros, gimnasios y el ágora, lugar dedicado a la vida civil, institucional y económica que además era como nuestra actual “Plaza de Armas”. En torno a estos edificios públicos se desarrollaba una red de calles residenciales en las cuales vivía la clase dirigente.

Para garantizar la seguridad de la polis se amurallaba todo su perímetro. La estructura urbana de estas ciudades era caótica porque los barrios se construían sin ningún orden adaptándose a la topografía del terreno.

Las instituciones de gobierno, por cierto, eran bastante elitistas, ya que los más poderosos, es decir, el Senado, lo podían integrar sólo los miembros de la aristocracia local. La gente más “común” igual tenía participación en algunas asambleas pero eran sólo de carácter consultivo.

Otra cosa fundamental es la democracia Ateniense. Ésta era bastante curiosa y muy distinta a la que hoy nos rige. En Atenas la democracia era de directa ya que algunos podían votar y ejercer cargos públicos (por sorteo), mientras que la de nosotros es totalmente representativa ya que cualquier persona mayor de 18 años y previamente inscrita puede sufragar y postular a un cargo en el servicio público.

Para concluir cabe destacar además, que los que participaban en política eran mayoritariamente la gente con más recursos, cosa muy distinta a la actual, en donde independiente de la condición económica de la persona se puede ser actor político. La sociedad ha variado y hoy existe una movilidad para ascender socialmente, fundamentalmente de la mano de la educación, cosa que antes no existía ya que se nacía pobre y se moría en iguales condiciones.